El precioso logo de la cabecera lo hizo Chicho, mi hermano pequeño, desde los Estados Unidos, y me lo envió. En este sitio se pueden ver varios álbumes de creaciones suyas. A mí me encantan. Este es el sitio oficial The Art of Chicho Lorenzo: más dedicado a cuadros.

jueves, 2 de febrero de 2006

Nacidos para leer


(Imagen de Ivar Da Coll)

La sociedad actual, la del bienestar y el consumo, ha puesto a nuestros niños en su punto de mira: hay música para que oiga el niño desde que está en el útero materno, ejercicios de gimnasia para hacer con él desde los primeros días de vida, masajes adecuados a su cuerpecito y juegos que le estimulan incluso antes de que sea capaz de enfocar la vista o de sostener su cabeza. Sin embargo, esos mismos padres que gastan su dinero en los múltiples recursos que se les ofrecen para hacer de sus hijos personas competentes —muchos de ellos los apuntarán a música para bebés inteligentes, donde tocarán el violín a partir de los tres años, o les darán una game boy (¿o game girl?) en cuanto sus bocas dejen de chuparlo todo— se extrañan enormemente cuando ven a un papá leerle a su bebé un cuento o cuando ven a un niño de cochecito entrar en una biblioteca: «Si todavía no lo entiende.» o «¿Y qué vas a dejar para cuando crezca?» son algunos de los comentarios que se oyen. Y este recurso, la lectura, exige poco dinero, pero eso sí, tiempo.

El niño aprende lo que vive, es como una esponja y ni un minuto de su tiempo se pierde: si no imita una actitud, imita la otra. Su desarrollo y su capacidad de absorción y adaptación del entorno y de su relación con él no tienen límite. Como dice Yolanda Reyes en Nidos para la lectura:

Desde antes de estos tiempos modernos en los que se han puesto de moda términos como el de promoción de lectura, tan sospechosamente prestado de lenguaje comercial, ha habido hogares con padres, madres, abuelos, tíos o nodrizas que sembraron en los niños el amor por las historias y por los libros. Dudo que lo hubieran hecho a propósito, siguiendo unos objetivos predeterminados o unos indicadores de evaluación... Lo más probable es que sólo quisieran pasar un buen rato, o domar a las pequeñas fieras que suelen ser los niños, para que se estuvieran quietos unos minutos. Las dos intenciones son, en sí mismas, maravillosas. Porque disfrutar simplemente del placer de una historia o confiar en el poder hipnótico de las palabras, es creer de antemano en la lectura; es lo que yo llamo dar nido o sembrar sentido.

Es cierto que no es necesario que la animación a la lectura en el propio hogar lo promueva ninguna institución, pero no es gratuito que se haya institucionalizado y se haya sistematizado esa labor que hasta ahora venían haciendo la abuela o la madre: el mundo se ha ido volviendo más rápido y el tiempo que antes se compartía en familia ha menguado notablemente, aparte de que el que nos queda muchas veces lo empleamos en la televisión o en otras cosas que nos dejan muy poca maniobra para perder el tiempo con nuestros hijos. Por eso, iniciativas como las de «Qué leer con tu bebé» o «Cómo hacer para que tu hijo sea un lector», de Leer en familia, programa que se acoge en Fundalectura de Colombia; el proyecto Nascuts per Llegir de la Generalitat de Catalunya (España), inspirado en el italiano Nati per leggere; las recomendaciones para padres de la Biblioteca Regional de Murcia y su promoción de la lectura, también en España; o las iniciativas de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez: Compartir historias y lecturas en familia y de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, con la reproducción de la revista Peonza o del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte con el Plan de Fomento de la Lectura en España, así como el pionero Bookstart: a gift for life, una de las iniciativas de lectura de bebés con más solera, del Reino Unido, no son más que ayudas para que recuperemos el placer de la lectura en el hogar, ya sea leyendo en voz alta el libro de poesía con el que estemos en ese momento, ya cantando al niño una nana o rima infantil, ya proporcionándole libros con que jugar con sus manos o mirar las imágenes mientras les explicamos o narramos las pequeñas historias.

Recuerden que lo importante es disfrutar con ello —los niños y nosotros—, sumergirle en el mundo de la lectura desde el principio y no echarnos las manos a la cabeza cuando a los doce años el niño no quiera leer y nosostros tratemos de introducirle en un mundo ajeno a la fuerza. Los niños lectores son, además, niños con más recursos y visiones más amplias y rigurosas de la realidad. La lectura es no sólo un fin en sí mismo por el placer y la libertad que otorga al individuo, sino una forma de establecer lazos entre las personas, en este caso, entre los bebés y sus padres.

Estos proyectos tratan también la introducción a las bibliotecas y el uso del libro y de las fuentes de información, pero eso es harina de otro costal, o, mejor dicho, asunto de otro artículo.

[Este artículo se publicó originalmente en Addenda et corrigenda el 02/02/2006]

Ana Lorenzo (Rivas, Madrid, España)

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